Fortalezas del carácter: más allá de los síntomas

Tradicionalmente la psicología se ha centrado en los aspectos patológicos del ser humano, de los síntomas, que dan origen a las llamadas enfermedades mentales. Recién en las últimas décadas ha crecido el interés por ocuparse de aspectos positivos y saludables de la experiencia humana. Este interés forma parte de la llamada Psicología Positiva.

La Psicología Positiva busca estudiar y comprender los procesos y mecanismos que se encuentran a la base de las fortalezas y virtudes del ser humano. Dentro de esto se encontraría la habilidad natural de los individuos de afrontar, resistir e incluso aprender y crecer en las situaciones más adversas que puedan vivir a lo largo de su vida. Entre los aspectos que se han estudiado se encuentran el bienestar, la satisfacción, la esperanza, el optimismo y la felicidad.

No se trata de ir por el mundo ignorando las dificultades, mucho menos de ser insensibles al sufrimiento ajeno, sino que simplemente se trata de que se consideren no solo las patologías y/o déficits, sino que también las fortalezas, los talentos, la resiliencia y lo que sí funciona en la vida de las personas, es decir, tener una comprensión más equilibrada de las experiencias que vive el ser humano. Por tanto el desafío sería ocuparse de mucho más que solo entender el sufrimiento humano, sino que también en comprender y promover el bienestar.

Entonces, ¿cómo podemos promover el bienestar? Si bien es cierto no existe una respuesta unívoca, la evidencia muestra que ciertas características o rasgos de personalidad se relacionan más con la vivencia de bienestar, tales como la extroversión, actitud optimista, personalidad resistente, la capacidad de ver las diferentes circunstancias de la vida como un desafío, más que una amenaza, comprometerse en los diferentes ámbitos de la vida podrían favorecer más probablemente una vivencia de bienestar (Park & cols, 2013).

Pareciera ser, entonces, que el propósito de nuestras vidas no es meramente sobrevivir frente a la adversidad, sino que nos merecemos una vida feliz y plena. Lo anterior, no implica negar los problemas, sino que siempre intencionar la búsqueda de lo que nos hace bien, de desarrollar al máximo nuestras fortalezas y cualidades personales para afrontar los problemas que se nos presenten.

Desde nuestro quehacer profesional, quizás el desafío sería que como profesionales de la salud nos esforcemos activamente en explorar y descubrir los recursos y fortalezas de nuestros usuarios más que centrarnos solo en identificar síntomas y patologías. Y al momento de intervenir lo relevante sería fomentar el uso de los propios recursos y fortalezas, alentando el reconocimiento personal de éstos, así como fomentar la expresión de las emociones positivas, que como ya es sabido también cumplen una función adaptativa, tales como favorecer relaciones interpersonales más satisfactorias, generar conductas altruistas, permitir disfrutar más del trabajo, y tolerar mejor el dolor físico.

Por Viviana Matus Donoso
Profesora Asistente, Departamento de Psiquiatría y Salud Mental UdeC

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