Paternidad: avance hacia la deconstrucción de un paradigma

En una de las argumentalmente diversas y eternas tertulias con mi amigo Rodrigo Bragado en los pastos de la universidad, junto a otro grupo de amigos hace ya una decena de años, discutíamos algunos conceptos de Daniel N. Stern, específicamente el de constelación maternal. Nos parecía interesante como se elaboraban punto tras punto las ideas y nos hacía mucho sentido, sin embargo, en algún momento del fragor de la conversación, luego de algún brebaje espirituoso, nos preguntamos si algo como eso también podría pasarle a los hombres. Un par de carcajadas surgieron a borbotones, probablemente porque se subentendía que era un fenómeno muy femenino para ser masculino (de lo cual nunca he estado de acuerdo) y porque dado el tenor de la jornada a lo mejor no correspondía al objetivo de la junta.

Hace un par de días, años después, kilogramos más y amigos de menos del evento descrito anteriormente, caminaba cerca de los mismos eternos pastos y me encontré con un afiche que promocionaba un Taller de Paternidad Activa. Lo que automáticamente pensé: ¿hay acaso una paternidad inactiva? ¿Por qué darle un adjetivo calificativo de actividad a algo que es una responsabilidad que se asume en el momento de tener hijos/as? Milisegundos posterior a eso, más de los que hubiera querido por cierto y como tocado por la saeta del recuerdo, creo haber entendido la idea a la base: el sentido era al parecer promover la participación de los hombres como papás, cuidadores equitativos y no violentos. Este punto de partida me hizo retroceder un peldaño más arriba y centrarme en primera línea en la parentalidad como punto de partida.

En las publicaciones de los diversos ensayos clínicos aleatorizados diseñados para medir la efectividad de cierta intervención en el fortalecimiento de habilidades parentales con padres y madres que tienen niños y niñas con problemas de conducta, se parte por un lado de la premisa teórica de que el comportamiento parental es una variable mediadora entre los factores de riesgo (temperamento difícil) y la probabilidad de desarrollar problemas de conducta en la infancia (Paulussen-Hoogeboom, Stams, Hermanns, Peetsma, & van den Wittenboer, 2008), de lo anterior subyace entonces también la idea de que así como es una variable moderadora entre factor de riesgo y disfuncionalidad, de la misma forma podría serla entre factor protector y bienestar eudaimónico en contextos de salud mental infanto juvenil. Del mismo modo, cuando se revisa los porcentajes de participación de los padres en los programas, las cifras son considerablemente menores que las cifras de las madres que también participan, a pesar de todas las facilidades que se realizan desde los equipos de trabajo para mantener la adherencia a los programas.

Volviendo a la idea inicial, lo activo de la paternidad pareciera tener relación con el reconocimiento progresivo de la importancia que implica para los hijos e hijas, las comunidades y las familias la participación de los padres en las tareas de crianza y cuidado. En este sentido, resulta ser un campo que está tomando fuerza y que nos plantea que en nuestro ecosistema el estado de la paternidad está cambiando, tal como lo señalara el informe que elaborara Promundo, IPPF/RHO, Cultura Salud/EME y MenEngage América Latina respecto al estado de la paternidad en América Latina y el Caribe en el año 2017. En el mismo informe se explicita la creciente evidencia que muestra que un padre involucrado impacta positivamente en el desarrollo de sus hijas e hijos en todas sus áreas de desarrollo, concibiendo así también a la paternidad como un ámbito de bienestar y sentido de vida  para los hombres así como una puerta de entrada para abordar el cuidado de su salud personal, familiar  y la prevención de la violencia.

Gustoso estaría de revivir una nueva tertulia con Bragado, y comentarle que en estos años después poco a poco se ha ido disgregando el machismo culturalmente definido, la rigidez en las normas de género y las concepciones de los hombres como meros proveedores. Probablemente quedan hartas preguntas más que hacer, y hartos temas más a discutir tales como: de qué manera se pueden ver diferencias en la paternidad en todas las formas de relaciones familiares y de pareja incluyendo las familias diversas o cómo podemos comprometer a los hombres y a los padres a ser mayores protagonistas del cuidado de los niños y niñas, de las mujeres y las familias.

Por Pablo Vergara Barra
Psicólogo del Desarrollo Infanto Adolescente, Alumno de Doctorado en Salud Mental, Depto. de Psiquiatría y Salud Mental UdeC

Leave a Comment

Scroll to Top