Implementación del programa GES Depresión del MINSAL

Los cuadros depresivos representan un problema de salud pública, debido a su alta frecuencia, importante discapacidad asociada y deterioro en la vida de tanto quienes la padecen como a su entorno. La incorporación de la depresión como patología GES ha permitido ofrecer una atención oportuna a los pacientes mayores de 15 años, favoreciendo la realización de un diagnóstico precoz, tratamiento en atención primaria y de ser necesario una expedita derivación a especialista.

El diagnóstico de estados depresivos presenta características particulares según la etapa de desarrollo evolutivo en que el paciente se encuentre, y según el cuadro de base que lo origine. Esto ofrece un desafío mayor al tratante, pues muchos de estos síntomas son compartidos por otras patologías. Es por esto que facilitar el acceso a atención por especialista es de particular importancia en estos cuadros, para ello la guía nos presta gran apoyo y orientación.

En cuanto al tratamiento, tres dimensiones deben ser abarcadas: psicoeducación, psicoterapia y farmacoterapia. La guía propone pautas para intervenciones psicosociales, grupos de autoayuda, psicoterapia, manejo farmacológico y de ser necesario terapia electroconvulsiva. Las medidas no farmacológicas juegan un rol radical en el manejo y evolución de estos cuadros. Para ello, es indispensable contar con profesionales adecuadamente calificados. Lo propuesto no siempre es posible de ser abarcado. Primero por el corto tiempo de atención, la baja o nula disponibilidad de psicoterapia en la mayoría de los centros primarios, muchas veces inexistencia de intervenciones grupales ya que la satisfacción de la demanda suele estar centrada a registrar ingresos a los programas de salud, y la alta demanda asistencial en salud mental.

Segundo, el tratamiento debe considerar no solo la parte aguda del manejo del cuadro, sino además la etapa de continuación y mantención. La guía establece que el tiempo estipulado es de 6 a 12 meses, sin embargo muchas veces los tratamientos en APS están dedicados solo a la primera etapa y el seguimiento no es a lo que se le da prioridad. El ingreso de esta patología al sistema de garantías explícitas de salud si bien ha traído muchos beneficios, siguen quedando algunos desafíos, como son la necesidad de adaptar la guía a la realidad de cada centro, ampliar la cobertura a pacientes menores de 15 años y a otros trastornos anímicos; aumentar los profesionales capacitados, especialmente en la atención primaria, para incluso no ser necesaria la derivación; y fortalecer la red de salud.

Por todo lado, existe la interrogante de si es un beneficio o problema agrupar en una misma categoría las depresiones leves y moderadas. En las depresiones leves a moderadas el diagnóstico lo hace un profesional de salud que se asume está capacitado para ello, pero no un psiquiatra. Lo anterior puede significar un riesgo desde el punto de vista clínico, puesto que muchas de las depresiones moderadas se comportan como severas en términos de evolución y respuesta al tratamiento.

Para poder extraer el mayor provecho posible de esta guía clínica y de esa forma mejorar la salud de nuestra población, es imprescindible considerar los puntos anteriormente planteados. Se pudieran realizar mejorías en la guía en cuanto a separar las depresiones leves de las moderadas, así como aumentar la cantidad de horas y tiempo de atención en equipo de salud mental de APS. Finalmente, la capacitación constante podría beneficiar la posibilidad de abarcar a mayor cantidad de población, realizar diagnósticos correctos, intervenciones más efectivas, y de esa forma mantener al paciente controlado, sin llegar al punto de cronificarlo innecesariamente.

Por Camila Pérez Córdova
Residente Psiquiatría de Adultos, Departamento de Psiquiatría y Salud Mental UdeC

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