La necesidad de trabajar la salud mental de manera preventiva y promocional es una aseveración que se transmite de manera permanente, tanto por la ciencia médica como por los medios comunicacionales diversos, y que además toman un papel relevante dentro de las políticas sanitarias de los gobiernos. Entonces nacen programas, protocolos y guías de trabajo que dan cuenta de esta preocupación. Una etapa importante y fundante de la salud de las personas corresponde al primer periodo de la vida, y por lo tanto, el cómo se evalúe este periodo resulta más relevante todavía y cuánto se pretenda invertir en ello. En nuestro país, y en consecuencia al programa de protección Chile Crece Contigo, convertido en política pública a contar de 2008, tenemos varios resguardos a considerar, al tener protocolos de evaluación de riesgo en etapas que van desde la gestación en adelante y que en la medida que la población adhiere a sus controles son aplicados y permiten entonces un diagnóstico oportuno para su derivación y tratamiento. En este sentido quisiera disentir, en cuanto a aplicar pautas que evalúan el riesgo y que sitúan a los profesionales sanitarios en una práctica clínica enfocada en la enfermedad y no en la salud. Si esto sigue así ¿cómo podríamos entonces fortalecer la salud mental desde un enfoque promocional? Un mirada centrada en la salud y sus recursos puede permitir ejercer a la población una posibilidad cierta de cuidar su salud para mantenerla de igual manera, bajo la propuesta del modelo Salutogénico que hace Antonosky, en 1996, en donde releva aquellos factores protectores que identifica el individuo y que se debieran propiciar y acrecentar, y además, enseñarle a la población a identificar otros que están bajo esta misma lógica para que pueda enfrentar de mejor manera diversos eventos de la vida.
Así, este primer periodo de la vida que comienza en la gestación debiera buscar en la mujer las condiciones en las cuales su gestación se transforme en un disfrute y no sea una consigna de evaluaciones permanentes que estén dando cuenta de su capacidad de ser madre, en todo el sentido de la palabra. Entonces, trabajar en una salud mental perinatal desde los activos de salud de esa mujer puede ser una fuente interesante de realizar una práctica de cuidado que se considere cuidar el contexto en el cual se vivencia esta gestación y se disminuye el estrés.
Para lo cual, el cuidado se centra ahora en parámetros clínicos en estrecha relación con la vivencia de cada mujer y con sus percepciones de activos, potenciando sus capacidades, las de su familia y entorno, reconociendo su historia particular y personal. Para encontrar los mejores cuidados sanitarios que la mantengan en armonía y que le permitan desplegar no sólo las emociones de su transformación de mujer a madre, sino además dejar que su cuerpo se adapte echando a andar todos los mecanismos neurofisiológicos que ocurren durante este periodo que efectivamente le permitirán dar una respuesta oportuna y suficiente a las necesidades de su hijo(a).
Hoy en día debido al exceso de intervencionismo, sólo podemos evaluar que una gestación fue normal finalizado la etapa de ella, y esto nos hace estar en una búsqueda constante de la enfermedad, pudiendo estar causando más bien un efecto nocebo, acción perjudicial, con este tipo de cuidado en lugar de efectivamente aportar a que una gestación y un primer periodo de crianza se viva en armonía y se disfrute.
Por Yolanda Contreras García
Doctoranda, Programa Doctorado en Salud Mental, Departamento de Psiquiatría y Salud Mental UdeC