La escuela es un entorno único para el fortalecimiento de competencias que promuevan el desarrollo emocional y social, por lo que el ambiente escolar ofrece un medio para llegar a un número significativo de niños (as) y jóvenes que experimentan problemas de salud mental (Nielsen, et al. 2015).
A diario, las figuras principales del ambiente escolar -profesores y estudiantes- asisten a las aulas, donde se lleva a cabo el proceso de educación formal. Es allí donde interactúan estos sujetos socioculturales, entrelazando historias de vida, experiencias vitales, valores y expectativas, dando vida a un proceso de socialización secundaria. El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, Unicef (2005), plantea que “la posibilidad de que la escuela sea significada por el alumno como una experiencia emocionalmente positiva va a depender en gran medida del ambiente que logren crear los alumnos y los profesores en el contexto educacional”.
Por otro lado, se reconoce la importancia crítica del clima escolar para todos los aspectos del desarrollo y un medio para promover el aprendizaje y la salud de los niños (as) y los adolescentes. Entre los aspectos a desarrollar se encuentran el logro académico, el desarrollo socioemocional y de carácter, y el bienestar psicosocial. Asimismo, el clima escolar puede también afectar el bienestar psicológico a lo largo del tiempo, y estar inversamente asociado con problemas de comportamiento externalizantes, quejas de salud, desarrollo de conductas de riesgo y ausentismo (Townsend et al. 2017). Por lo que, un buen clima emocional de clase es facilitador de la convivencia escolar.
Por otra parte, Maturana (2001) señala que es primordial enseñar a los niños (as) a respetarse y aceptarse, solo así aprenderá a respetar y aceptar a sus compañeros y vivir en armonía con su entorno. Por consiguiente, en la escuela el niño (a) aprende sobre la vida y aprende a convivir, siempre y cuando este ambiente sea propicio para desarrollar estas capacidades. No obstante, es responsabilidad de todas las personas que interactúan en la comunidad escolar contribuir en acciones que favorezcan la convivencia escolar, fomentando el respeto y creando ambientes agradables para el aprendizaje. Solo con la participación de toda la comunidad escolar se puede prevenir y/o tratar problemas que afectan la salud y la educación de los niños.
Dado que, la finalidad de la educación es el desarrollo integral del estudiante, en este proceso se distinguen dos grandes aspectos: el desarrollo cognitivo y el desarrollo emocional, sin embargo, es el primero el que ha sido reforzado y potenciado desde todos los ámbitos educacionales, mientras que el segundo ha quedado prácticamente relegado en los programas desde la práctica pedagógica.
A su vez, las instituciones educativas necesitan tener una clara conciencia de la magnitud y naturaleza de los problemas de salud mental en niños y jóvenes y, es de su responsabilidad ser parte de la respuesta, porque estos problemas no desaparecen.
En conclusión, el nexo entre la educación formal y las estrategias implementadas para mejorar el bienestar de los estudiantes se transforma en un impulso a la promoción y prevención de la salud mental.
Por Ximena Macaya Sandoval
Alumna Doctorado en Salud Mental, Departamento de Psiquiatría y Salud Mental UdeC