Conflicto armado interno y dependencia de drogas

En el Protocolo II adicional a los convenios de Ginebra, C.I. de la Cruz Roja, se reconoce el conflicto interno o conflicto no internacional, como aquellas confrontaciones armadas que acontecen en el interior de un Estado, son colectivas, poco organizadas y habitualmente están dirigidas contra un gobierno legal, ejemplo de ello son las dictaduras o la configuración de guerrillas.

En cualquier caso, los conflictos representan situaciones estresantes a todas las personas que los viven, tanto directa como indirectamente. Martín Baró, argumentaba que independientemente de que se evidencie en trastornos individuales o no, “el deterioro de la convivencia social es ya, en sí mismo, un grave trastorno social” (Baró, 1984).

Por otro lado, la dependencia de sustancias psicoactivas, resulta ser habitualmente un asunto complejo de carácter biopsicosocial, que implican no solo a quien lo padece, sino también a su familia y a su comunidad.

La literatura científica, ha referido situaciones de dependencia a sustancias psicoactivas, en personas que han vivido momentos estresantes de guerra. Estudios han sugerido que inicialmente  la dependencia estaba definida por el uso de sustancias medicadas, como fue el caso de algunos de los veteranos del Vietnam.

Es preciso recordar que varios estudios han identificado la adicción como la consecuencia de factores genéticos que constituyen la vulnerabilidad de los sujetos y de factores ambientales que constituyen el contexto en el que éste se encuentra.

En un Estado sometido a conflicto interno, es común que las personas vivan situaciones delicadas que pueden provocarles intenso miedo, impotencia y pocas esperanzas; también pueden generarles síntomas tan graves que son el preludio de problemáticas complejas en la esfera mental. Con frecuencia las personas afectadas no buscan apoyo profesional, sino que recurren al silencio, la automedicación o al uso de sustancias para mitigar su sufrimiento.

Cuando se trata de sustancias legales como el alcohol o el cigarrillo, se soslayan los cursos de enfermedad que subyacen a su consumo abusivo o a la dependencia, sin embargo, si se trata de sustancias ilegales, hay severidad frente a la condición de enfermedad que viven las personas y las sociedades en las que se encuentran vinculadas, debido a la óptica del estigma a la que son sometidas.

La violencia, es una enfermedad prevenible y previsible (Krug, 2002; Abad Gómez, 2007 y Sarmiento, 2004), que implica no solo la acción de los agentes de salud, sino la participación de otros sectores sociales. En esta misma medida, la dependencia a sustancias se constituye en una situación que puede evitarse mediante acciones de prevención universal, selectiva e indicada, basadas en el reconocimiento oportuno tanto de los factores de riesgo y protección particulares y generales que pueden generar su desarrollo.

Esta debe fundamentarse en acciones de política públicas definidas en términos del proyecto de sociedad a que aspira cada país.

 
Por María del Pilar Balanta Martínez
Docente Hora Cátedra- UNIVALLE-Sede Pacífico
Trabajadora Social-Magister en Políticas Públicas-UNIVALLE
Entrenadora Treatnet UNODC- Volumen A- Sustancias Psicoactivas
Doctoranda en Salud Mental, Departamento de Psiquiatría y Salud Mental, UdeC

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