Disforia de género en niños y adolescentes

Disforia de género (DG) es un término que proviene del griego “Dysphoros” que significa “difícil de soportar” y corresponde, según Lorenci et al. (2013), a personas que sienten un distrés significativo debido a una discordancia entre su identidad de género y su sexo biológico, con el que no se identifican ni sienten como propio. Es sabido que la identidad de género ya se determina a los 3 años de edad y es desde entonces, cuando el niño puede manifestar ciertas actitudes, tales como, preferir vestimentas, juguetes y actividades que culturalmente se asocian con el sexo opuesto y también, expresar su deseo de pertenecer al otro sexo.

La disforia de género en niños y adolescentes puede tener un comienzo temprano, antes de los 12 años, con conductas que inician entre los 2 y 4 años de edad; o un comienzo tardío, posterior al inicio de la pubertad. En el primer grupo existe mayor orientación homosexual, a diferencia del segundo grupo, en el cual la preferencia mayoritaria es heterosexual. Si bien es una condición que se expresa tempranamente en el desarrollo infantil, en su trayectoria puede o no persistir esta condición. Según los estudios internacionales, solo un 20% de los niños con DG persisten su condición en la adultez; sin embargo, las niñas con DG tienen una persistencia de hasta un 60%.

La literatura internacional es escasa y la nacional más escueta aún en esta temática. Se estima a nivel mundial que 1 de cada 30 mil hombres y 1 de cada 15 mil mujeres tendrían esta condición. En Chile, según datos del MOVILH (2012) existirían a nivel nacional 266 hombres y 717 mujeres.

Dado los conflictos culturales a los que se ven expuestos estos individuos, se hace necesario sensibilizar a la población general y funcionarios tanto de establecimientos educacionales como de salud respecto de la detección e intervención precoz en estos casos, debido a la alta prevalencia de psicopatología en la adultez. Al menos un 20% sufre de acoso escolar asociado a su condición, un 40% cursa con depresión antes de los 20 años y lo más preocupante, hasta un 40% comete intento de suicidio a lo largo de la vida. Sin embargo, la literatura establece que los jóvenes tratados en forma precoz, ya sea mediante supresión puberal, apoyo multidisciplinario en salud mental y/o cirugía de reasignación de género, tienen resultados en salud mental similar a la población general, lo que hace aún más relevante nuestro rol como agentes de salud.

En consecuencia, es imperativo generar instancias de capacitación y sensibilización en los diferentes dispositivos y equipos que tienen contacto con estas personas, quienes deben comprender que son personas que sufren constantemente porque “viven en un cuerpo ajeno” y además, deben soportar el estigma social por parte de sus pares, familiares y extraños.

Estas personas luchan persistentemente por sentirse a gusto consigo mismas y por ser validadas como del sexo opuesto. Es rol de nosotros como sociedad, evitar que desistan en el camino por motivos de estigma y discriminación, y que vivan de la forma mentalmente más sana posible.

 

Por Consuelo Jara Rosas
Residente Psiquiatría del Niño y del Adolescente, Departamento de Psiquiatría y Salud Mental UdeC

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