El abordaje con cuidadores de personas con trastornos mentales graves: algunos retos para seguir construyendo camino

Diversos estudios han concluido que los cuidadores de las personas con Trastornos Mentales Graves (TMG) cumplen un papel determinante en la adherencia a programas de rehabilitación psicosocial (Gutiérrez-Maldonado, Caqueo-Urízar & Kavanagh, 2005; Builes M & Bedoya 2013). Tradicionalmente quienes asumen este rol responden a un perfil caracterizado por ser mujer, mayor de 55 años, con bajos niveles de escolaridad, encargada de las labores del hogar y que no perciben ingresos por el cuidado (Gutiérrez-Maldonado et al, 2005).

En los programas de atención en salud mental, se han adelantado esfuerzos para garantizar la participación de los cuidadores informales en la implementación de planes terapéuticos orientados a facilitar la toma de decisiones de las personas con TMG, para identificar situaciones desencadenantes de una crisis e incluso, para garantizar el reconocimiento de sus derechos. A partir de lo anterior es posible identificar avances en algunas características de calidad en la prestación de servicios centrados en el paciente e involucrando medidas psicoeducativas principalmente. Sin embargo, quedan varias tareas pendientes, una de ellas consiste en comprender la forma en la que el contexto social afecta los procesos de atención y reconocer que quienes asumen el rol de cuidador se enfrentan a situaciones de estrés, ansiedad, momentos de desesperanza frente al pronóstico de su familiar, pérdida del estatus productivo, entre otros, que conllevan para ellos el riesgo de desarrollar problemas psicosociales (Cabral, Duarte, Dos Santos & Ferreira, 2014).

Los antecedentes de programas dirigidos a personas con TMG que involucran la participación de cuidadores informales, hacen parte del camino orientado hacia la reducción de factores que generan exclusión. Sin embargo, es pertinente que los profesionales adscritos a los programas y servicios de salud reflexionemos sobre la necesidad de diferenciar las características existentes entre la persona con TMG y su cuidador, asumiendo que no se trata de una relación simbiótica que se manifiesta en la vida cotidiana.

Los retos para continuar construyendo caminos implican formular estrategias que incluyan servicios específicos, que respondan a las necesidades individuales de quienes asumen el rol de cuidador informal. En este sentido, a partir de la identificación de las características de la historia de vida, de sus motivaciones y de sus intereses, el fortalecimiento de capacidades de los cuidadores se convierte en una herramienta para la reducción del riesgo de convertirse en otro paciente que requiera un nuevo cuidador, evitando de esta manera un ciclo sin fin, con consecuencias tanto personales como sociales (Secanilla, Bonjoch, Galindo & Gros, 2011).

 
Por Elvis Castro Alzate
Alumno Doctoral, Doctorado en Salud Mental, Departamento de Psiquiatría y Salud Mental UdeC

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