Jacinta Zañartu Valdés de 17 años y luego de tres meses de espera como prioridad número uno nacional, fue finalmente sometida a un doble trasplante de corazón y pulmón el sábado 16 de julio, tras una operación de más de 13 horas. El domingo siguiente, tuvo una nueva intervención para estabilizarla tras una hemorragia producto de las alteraciones de la coagulación, efecto esperable por los tratantes para este caso. En ese momento, los médicos señalaron que la paciente se encontraba en un período crítico, estimando que en las próximas 48 a 72 horas serían claves para determinar si la paciente lograba resistir la intervención en que le injertaron los nuevos órganos donados por la familia del copiapino Patricio Silva, de 38 años de edad, quien sufriera un accidente vascular cerebral del cual no pudo recuperarse. A la fecha, Jacinta se encuentra en estado crítico, pero estable.
Mientras tanto, la familia, en medio de tensa espera, ha realizado constantes llamados a que otras personas, en una mediática campaña comunicacional tanto, a través de la prensa oral y escrita, como en las redes sociales, dirigida a crear conciencia en la población, de modo de estimularla y se atrevan a donar órganos a quienes lo requieran, manifestando, además, que cada día es más difícil encontrar donantes jóvenes. Sin embargo, tal despliegue, si bien ha despertado la compasión y empatía de muchos, también ha provocado un efecto contrario en otros, fundamentando su opinión en la diferencia de clases y, en consecuencia, a un acceso desigual a la salud y a los medios de comunicación. Según los datos del MINSAL, en 2015 hubo 122 donantes, un 9% menos que en 2014, revelando, incluso, que el 53% de las familias no son donantes. Este año, se realizaron 155 trasplantes con 61 donantes durante el primer semestre, cifras que vienen a reflejar el nulo efecto de las campañas pro donación.
Ante esta dura realidad cabe preguntarse, ¿en qué estamos fallando como sociedad que hay tan pocos dispuestos a ser donantes? ¿Por qué no se ha tomado conciencia cabal en relación a esto? Puede ser producto de nuestro egoísmo, o bien por la necesidad de aferrarse a la esperanza en la recuperación del ser amado las que nos limiten, y que esto sea más fuerte que nuestro deseo de ayudar a otros. Sin embargo, creo que se requiere realizar un mayor esfuerzo para educar a nuestra población, con el fin de revertir esta situación y tener el sano convencimiento de que la donación es en realidad un acto de generosidad que permite prolongar la existencia de nuestro ser querido, o en las palabras de la familia Zañartu, “la donación de órganos es la prueba palpable de que existe vida después de la muerte”, palabras que manifiestan que el donar es una forma de darle un nuevo sentido a la muerte.
Por Constanza Fuentes Palma
Residente, Programa Especialización en Psiquiatría Adultos, Departamento de Psiquiatría y Salud Mental UdeC