Generalmente la mayoría de las personas manifiestan síntomas de ansiedad o temor al verse expuesto a situaciones sociales nuevas, exponer en público o ser evaluados en diferentes contextos. Sin embargo en algunos, estos síntomas pueden ser tan intensos que evitan la exposición a estos eventos, y en algunos casos, situaciones tan cotidianas, que afectan la calidad de vida del sujeto.
El trastorno de ansiedad o fobia social se caracteriza por un miedo o ansiedad a una o más situaciones sociales en las que un individuo se ve expuesto a la posible evaluación negativa de otras personas. Habitualmente se da en situaciones en las que se puede actuar de modo vergonzoso, ridículo o humillante frente a otros o que sean visibles los síntomas de ansiedad, llegando con el tiempo a tener ansiedad anticipatoria, configurando un círculo vicioso en donde la ineficacia percibida trae más temor anticipatorio. La fobia social puede tener diferentes grados, constituyendo subtipos, estando limitada a contextos sociales específicos o darse de forma generalizada.
Según los estudios, existen tasas de prevalencia que van desde el 2% al 13%, asociado a una alta comorbilidad con otros trastornos psiquiátricos, como trastornos depresivos, consumo de sustancias, otros trastornos ansiosos y trastorno de personalidad evitativa. También se ha demostrado que es más frecuente en mujeres que en hombres. Es importante mencionar que es un trastorno que puede producir un impacto importante en la calidad de vida de las personas que lo padecen. A pesar de esto existe un bajo nivel de consulta, y cuando se realiza es de forma tardía, sobre todo en hombres.
Existen diferentes modelos y autores que explican el origen del trastorno de ansiedad social. Según Rokowska, la fobia social de conceptualiza como el resultado de ciclos interaccionales de auto-percepción del miedo a los demás, donde la auto-observación del miedo y las conductas evitativas se retroalimentan recíprocamente. Por otra parte, Arciero y Bondolfi, plantean existiría un modo de funcionamiento que combina la orientación outward e inward y que se da por medio de un estilo de personalidad predispuestamente denominado “hipocondriaco-histérico”. Desde el polo hipocondriaco el miedo intenso se atribuye a los síntomas físicos que podrían ocurrir durante un desempeño, en cambio, desde el polo histérico la ansiedad proviene del ser sujeto de evaluación durante el desempeño.
Se ha evidenciado que existe la presencia de contextos relacionales de invalidación debido a interacciones durante su vida con personajes que poseen una tonalidad emocional agresiva/dominante o un afectuosa pero sobre-implicada. En ambos casos, existe una relación asimétrica en donde es el otro quien define el modo adecuado de comprender. De esta manera se genera un “desbalance relacional”, en donde los otros adquieren más importancia y poseen mayores capacidades. La falta de validación puede ser también por omisión o carencia, haciendo referencia a que el sujeto no tuvo un espacio social de apoyo. De esta forma la persona va adquiriendo una actitud de “renuncia al protagonismo”, las normas son percibidas como exigentes y desconocidas, no pudiendo ser matizadas y comprendidas al interior de una relación social mutuamente satisfactoria. Por esto, el sujeto varía entre la renuncia y la búsqueda de validación como únicas opciones.
De cierto modo, la persona está en las situaciones sociales, pero no completamente presente en ellas, destacando la constante percepción de asimetría en éstas. Las formas recurrentes invalidantes de la relación y la presencia de relatos co-creados de insuficiencia y percepción negativa de sí mismo, promueven acciones de renuncia, evitación, postergación y preparación constante, provocando que la ansiedad frente a la evaluación sea percibida como problemática.
Es común que este tipo de trastorno pase desapercibido en las evaluaciones de salud mental, como se mencionó previamente en muchos casos por la baja consulta de las personas que lo padecen, como también por la minimización de los síntomas o interpretación de éstos como timidez por parte de los profesionales de la salud. También es importante mencionar que las exigencias en la vida educacional y profesional y el exitismo de hoy en día podrían aumentar la aparición de este trastorno. Es por esto que es relevante estar atento a los síntomas, debido a las dificultades que puede traer en la vida cotidiana del paciente, generando consecuencias negativas en diversos ámbitos de su vida.
Por Felipe Peña Jara
Residente Departamento de Psiquiatría y Salud Mental UdeC