Perfil innovador y gestión creativa: desafío para los millennials

Científicos y emprendedores innovadores tienen hoy un rol importante en lo que es el desarrollo de la salud en Chile y la responsabilidad de adaptarla y llevarla a cambios. Generación de red de consultorios con equipamientos, telemedicina, portales ciudadanos para toma de horas, fichas médicas electrónicas, resultados de exámenes online, información, orientación y educación en salud, son algunas de las propuestas que hoy en día se conversan en Startup y Hubs por nombrar algunos, y que requerirán del desarrollo de innovación para ser implementadas en el corto y mediano plazo y responder la gran pregunta del siglo XXI ¿De dónde obtendremos dicha tecnología? En este contexto, si nuestro objetivo es el de satisfacer necesidades y resolver problemáticas, en el sector salud, en particular, entonces hay una oportunidad para ellos de avanzar en este camino.

La capacidad de innovar no se genera de la noche a la mañana, se requiere tiempo, dinero y voluntad. Por ello, debemos adaptarnos a esta nueva exigencia como sociedad, sin descansar solo en las universidades, ya que las instituciones técnicas y profesionales tienen mucho que aportar en la formación de las competencias requeridas para la innovación. La investigación aplicada y la innovación requieren ser apoyadas y enseñadas en la educación secundaria y terciaria, existiendo metodologías pedagógicas que nos permiten llevar a cabo esta tarea, entregándole a las jóvenes herramientas para que puedan aportar nuevas soluciones a nuestros desafíos.

Por ello creo en la importancia de fortalecer y potenciar el perfil innovador de los estudiantes como motor de desarrollo del país, con el fin de provocar la transformación digital que ya está sucediendo a nivel mundial y así, finalmente, lograr posicionar a Chile como un referente regional en términos de desarrollo de soluciones tecnológicas, aplicadas a procesos productivos, marcando la diferencia y sumando valor agregado a cada etapa del proceso.
Para avanzar debemos reconocer los esfuerzos que cada día realizan los distintos investigadores para desarrollar sus proyectos, y hacerse cargo de una realidad chilena en la que el gasto del Estado en ciencia y tecnología es de un poco más de $558 mil millones de inversión anual, un 79% de la cual va a la educación superior. En los últimos años, de 134 publicaciones (papers) por millón de habitantes, se aumentó a 400. Es decir, 1,3 papers por investigador, posicionándose Chile, así, dentro de los países que más publicaciones tiene, en el número 26 del mundo.

El mayor de los esfuerzos en Chile es la creación del Ministerio de Ciencia que fortalecerá y ampliará las capacidades de investigación, de desarrollo e innovación tecnológica, así como también orientar y apoyar la formación de investigadores, procurar su adecuada inserción en el sistema, tanto en la academia como en el Estado y en el sector productivo. A ello se suma la posibilidad de estrechar lazos científico-tecnológicos, con el fin de definir los desafíos y oportunidades nacionales y regionales.

Estos desafíos deben tener una base académica para impulsar a docentes con actitud emprendedora e innovadora y ser capaces de generar nuevos talentos, líderes que motiven a otros a actuar, comunicar y enseñar nuevos conocimientos, para que los estudiantes o profesionales que se están formando, logren poseer las herramientas necesarias, tanto sociales como competencias técnicas, las cuales serán útiles para ser aplicadas en la vida laboral y personal de cada uno y generar valor compartido para su institución, región y sobre todo al país.

Por Roberto Iturra
Alumno Doctorado Salud Mental, Departamento de Psiquiatría y Salud Mental UdeC

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